lunes 12 de agosto del 2019

“No es sencillo mantener el interés del aficionado, y eso es lo más importante”



Fernando Robleño (Madrid, 1979) regresa a la plaza de toros de Las Ventas para trenzar el paseíllo el día de más tradición taurina en España. Esta temporada ya guarda tres actuaciones en su esportón: el 14 de abril, con toros de Victorino Martín; el 28 de mayo, ante toros de José Escolar; y el 11 de junio, día en el que trenzó el paseíllo en la monumental madrileña para lidiar el encierro de Valdellán. Robleño, confiado en que “algo bonito puede pasar”, nos atiende antes de volver a respirar la exigencia de la primera plaza de toros del mundo.

Este supondrá su cuarto compromiso de la temporada en la plaza de toros de Las Ventas. Anteriormente ya se enfrentó a las corridas de Victorino Martín, José Escolar y Valdellán. ¿Qué balance hace de su paso por la monumental madrileña?


Creo que, sin alcanzar las metas que hubiera deseado, podemos hacer un balance importante e interesante. Cada tarde ha tenido sus cosas bonitas y también esas sensaciones que ando persiguiendo como torero. Ahora estoy muy ilusionado por volver a Madrid en una fecha tan torera como es el ‘Día de la Paloma’. A poco que me ayude un toro puedo volver a sorprender. Quiero agradecer desde aquí a la empresa su confianza porque, además, estar anunciado con una ganadería que tiene un currículum tan importante en Madrid me ilusiona. Ojalá un toro me pueda ayudar a torearlo como yo siento.

Hasta el momento cuenta con 12 paseíllos esta temporada, los dos últimos para despachar los encierros de José Escolar en Pamplona y el de Saltillo en Ceret. ¿Cómo se enfrenta una temporada en la que sabe que cada contrato depende de estas corridas tan exigentes?


Es difícil. Es un camino con muchas piedras en el que cada tarde es una batalla distinta. La experiencia de tantos años y el haberme podido enfrentar a lo más duro del campo bravo ayuda a asimilar la idea de que no sabes lo que te puede salir por toriles. Es inevitable que cuando has vivido tantas experiencias, cuando ya has podido lidiar corridas muy duras, toros muy buenos o toros muy difíciles, no te mosquees. La verdad es que es difícil echar una temporada completa con este tipo de ganaderías porque muchas de esas tardes el triunfo consiste en salir caminando de la plaza, aunque esto no es suficiente. No es suficiente porque no te sientes como desearías y a veces falta la motivación para volverse a levantar cada mañana para ir a entrenar. No soy un novato y conozco sobradamente las circunstancias del toreo. Ahora es cuando creo que estoy empezando a recoger el reconocimiento unánime del aficionado tras tantos años de lucha y sacrificio, en los que siempre he intentado dar la cara. Es un momento importante en mi carrera que necesita de ese aldabonazo definitivo.

Cerca de una treintena de corridas de toros de José Escolar, 33 de Adolfo Martín y 25 más de Victorino Martín. Tantas otras de Miura, Dolores Aguirre, Cebada Gago, Cuadri… ¿Qué le viene a la cabeza cuando repasa la nómina de ganaderías que refleja su currículum?


No suelo mirar mucho este recorrido, pero a veces, en los momentos duros y difíciles, echo la vista atrás y me siento orgulloso de ese currículum. Y es que resulta difícil mantenerte en el circuito después de este recorrido. No es sencillo mantener el interés del aficionado, y eso es lo más importante. Ser capaz de dar ese paso hacia delante, de intentar mejorar… esto es algo que el aficionado capta y para mí es lo que tiene más mérito.

¿Contar con la madurez que consolida 19 años de alternativa ayuda a entender y, al mismo tiempo, a asimilar el día a día de los toreros que –como usted– se encuentran en el circuito denominado de las ‘corridas duras’?


¡Qué duda cabe! Son muchas experiencias las que uno va sumando a lo largo de los años. Y así es como se aprende en la vida: luchando y tropezando en tardes aciagas. Al final te das cuenta de que amargarte no sirve para nada, y que lo que debes hacer es volver a recuperar la ilusión, volver a entrenar, volver a rebobinar las tardes bonitas. Esto es algo que tan solo la experiencia es capaz de ofrecerte.

¿En qué punto profesional se encuentra hoy Fernando Robleño?


Casi todos los toreros solemos decir aquello de: “estamos en la mejor etapa de nuestra carrera profesional”. Pero hoy, en mi caso, creo que lo he demostrado en el ruedo. Siento que algo bonito puede pasar, pero también es cierto que necesito que un toro me acompañe para conformar una obra bonita. Ha habido tardes en las carreras de los toreros en las que la fe también ha jugado una baza importante, por eso hay que confiar siempre.

Unos días hasta que vuelva a enfundarse el vestido de luces para torear en Las Ventas. ¿Cómo asume el peregrinaje hasta ese momento?


Con tensión, con ilusión, con responsabilidad, con la preparación y la mente al máximo… Cada tarde es una prueba y la vivo como si fuera la última. La tarde del 15 de agosto en Las Ventas la tengo apuntada como una tarde muy especial en la que –ojalá– pueda vivir los olés rotundos de Madrid. De niño tuve la suerte de presenciar tardes muy bonitas en un día como este. Tardes en las que regresaba a casa y cogía inmediatamente un capote y una muleta para emular lo que acababa de vivir en la plaza. Ojalá y Dios quiera que ahora sea yo el protagonista de esa faena. Es lo que deseo y lo que sueño: que ocurra algo que consiga emocionar a la gente.