miércoles 15 de mayo del 2024

Miguel Ángel Perera: “Madrid es la plaza de mi vida”

Gonzalo Bienvenida

Miguel Ángel Perera es el matador en activo que suma el mayor número de Puertas Grandes: Seis como matador y una como novillero. Las fechas forman una pirámide en su currículum de figura del toreo y, las sensaciones, se agolpan en su memoria de 20 años de trayectoria. Hablamos con el torero extremeño antes de sus dos compromisos en Madrid en una entrevista concedida a Gonzalo Bienvenida para la Revista (T)oro de Las Ventas. 

El 6 de junio de 2008 con la de Núñez del Cuvillo, el 3 de octubre del mismo año con diferentes ganaderías -tarde en solitario con tres orejas en la que resultó herido-, la del 23 de mayo de 2014 con Victoriano del Río, la del 3 de junio del mismo año con Adolfo Martín, la del 30 de septiembre de 2017 con El Puerto de San Lorenzo y la del 15 de mayo de 2019 con ‘Pijotero’ de Fuente Ymbro. Alguna más podía sumar de no ser por la espada (como con la del Parralejo en 2023) y por algún presidente invidente. 

Fechas que traen consigo imágenes a la cabeza de cualquier aficionado. ¿Madrid es su plaza?

Los datos hablan… Ha sido la plaza de mi vida, de mi carrera. Ha sido clave en los momentos complicados. Como cualquier torero cuando vamos a Madrid uno quiere dar el máximo. Es la plaza de mayor compromiso para todos, otros toreros te hablan de su relación especial con la afición de Bilbao, de Valencia o de Sevilla. Yo en esas plazas he tenido suerte, me siento reconocido pero ese punto de entrega más que me exige Madrid y como se me valora solo lo tengo con Las Ventas. Mi invierno gira en torno a Madrid, mis ilusiones, mis aspiraciones y mis preocupaciones siempre tienen esta plaza en el punto de mira. Desde que salen los carteles solo puedo pensar en Madrid. 

Lo comenta sereno. Pausado. Viene de abrir la Puerta del Príncipe de Sevilla con una corrida de El Parralejo, hierro que precisamente estoquea en este San Isidro. 

Es una ganadería que conozco bien, que ha cogido un camino muy importante. El Parralejo nació de Fuente Ymbro (ganadería con la que ha cosechado triunfos en toda España, determinante en sus primeros años) y Jandilla (con la que se doctoró en 2004) directamente que son dos hierros muy ligados a mi carrera con las que tengo mucho vínculo. Las conozco perfectamente, me une amistad a sus ganaderos que también te permite ahondar mejor en su comportamiento. El Parralejo está logrando una regularidad con lo difícil que es. 

En 2023 cuajó un toro de esta ganadería pese al viento que estropeó con la espada.

Fue una pena que la espada no me dejara redondear una de las faenas más importantes de mi carrera en Madrid. Este año vuelvo el mismo día, misma ganadería. Con toda la ilusión y preparación. 

La Quinta es la otra ganadería escogida para este San Isidro.

Voy muy feliz a esta feria con las dos ganaderías con las que me he anunciado. He toreado La Quinta en otros sitios. Tenía ganas de hacer algo especial en Madrid en esta temporada que conmemoramos los 20 años de alternativa. Voy con mucha fe y mucha ilusión puesta en ella. 

Pero la conexión con Madrid empezó como novillero un 6 de junio de 2004 cortando tres orejas a la novillada de El Ventorrillo. 

Recuerdo estar en el patio de cuadrillas, llovía mucho. Me sentía nervioso por ser mi debut, por la presión que conllevaba la tarde. Se aplazó la novillada al día siguiente al fin de la feria de San Isidro. Ese día en cambio hizo un día extraordinario, llegué con el ánimo y el cuerpo de otra manera. Obtuve un resultado que seguro que de haberse celebrado el día que estaba previsto no hubiera alcanzado. 

Otro 6 de junio pero de 2008 fue la primera Puerta Grande como matador. Llegó 24 horas después del suceso de José Tomas, la tarde pletórica de las cuatro orejas. Más difícil todavía.

Sí, también me acuerdo perfectamente. Estaba en Madrid, en mi casa. Tenía un amigo que estaba en la plaza y me iba contando. Recuerdo estar tumbado en la cama, siguiendo la corrida. Antes de que José Tomás matara al quinto, mi amigo me dijo que como lo matara bien le cortaba el rabo. Yo me quería meter debajo de la cama... Fueron cuatro orejas de una rotundidad tremenda, parecía que esa tarde se había acabado el toreo. Triunfar 24 horas después parecía misión imposible. Afortunadamente me encontré a aquel quinto de Núñez del Cuvillo y lo pude cuajar en una faena muy redonda.  

José Tomás ha sido toda una referencia sin distinguir generaciones de torero. 

Nunca me ha dolido en prenda hablar de mis compañeros. Les admiro profundamente. Me encanta analizarles, ver ese momento en el que están redondos que uno lo ha vivido. A José Tomás le admiré muchísimo. He sentido cosas muy bonitas como torero cuando hemos coincidido en una plaza, la última fue en Algeciras... Son cosas que se te quedan para ti. 

¿Quién ha sido su mayor referente?

Por encima de todos ha sido El Juli. Es un torero inmenso. Por mi concepto de mano baja, de trazo largo, de sometimiento, de llevar la embestida por abajo… Es con quién más me identifico, porque es el máximo exponente del toreo de mando. No me identifico con el toreo de acompañar. Como siento el toreo es con el toro que me deja recogerlo, reducirlo y llevarlo ese trazo. Julián ha sido con quién más me he asemejado en mi concepto, el torero con el que me encantaba medirme, todo un referente, un espejo. 

Se anunció con seis toros en solitario de las ganaderías de Valdefresno, Victoriano del Río y Puerto de San Lorenzo. Estoqueó cinco al caer doblemente herido. ¿Se plantea volver a estoquear seis toros antes de retirarse?

Uno no puede decir de esta agua no beberé porque al final tampoco sé. Hay cosas que surgen, van apareciendo en el camino. Lo que esté por venir, no lo sé.

¿Cómo se forjó aquella ‘encerrona’ de 2018?

Aquel año venía todo muy rodado. Había cortado dos orejas en Sevilla, dos orejas en Madrid, triunfos en todas las ferias… Recuerdo que estaba en Santander cuando lo hablé con Fernando (Cepeda) y se tomó la decisión. 

Repasando su trayectoria reluce el doblete de 2014, que puso a todo el mundo de acuerdo de nuevo. 

Fue una feria trascendental. Pasé de estar a punto de quedarme fuera de la feria a ser el triunfador. Recuerdo que mi primera intención aquel año era estoquear Victoriano del Río, Victorino Martín y Adolfo Martín. Se puso la cosa tensa tanto que estuve en un momento fuera de la feria. Salí a hombros dos veces consecutivas en sólo diez días. Así es la vida y el toreo. 

En la Feria de Otoño de 2017 logró la Puerta Grande a su plenitud con los Atanasio-Lisardo de Puerto de San Lorenzo. 

Aquella fue una temporada dura por varias circunstancias, llegué a Madrid muy responsabilizado. El primer toro tuvo mucha codicia y calidad. El otro, muy de la casa, se centró cuando me quedé solo. Aproveché la distancia en la primera parte de la faena y cuando lo apreté por abajo también respondió. Fue una tarde de aprovechar los dos toros con sus diferencias. Una tarde en la que disfruté de Madrid pese a que no redondeé del todo con la espada, por es solo corté una oreja a cada toro. 

¿Cuáles fueron las circunstancias que hicieron que fueran tan trascendentales aquellos triunfos?

Aquel año venía de haber tenido unas sensaciones muy raras. No era que las cosas rodaran o no, era que venía de no haber sentido mucho lo que hacía. Sensaciones que nunca había sentido. En el momento en el que más lo necesitaba apareció Madrid. Primero fue la corrida de Victoriano, después la de Adolfo que la afición reconoció el gesto. Fue una apuesta, llena de incógnitas, pero ahí está el resultado: a día de hoy sigo siendo el único torero que ha desorejado en Madrid un toro de Adolfo. 

Madrid se entregó con usted en aquella ocasión pero también ha habido tardes agrias. 

En 20 años de trayectoria ha habido muchas tardes pero tengo que decir que de verdad de verdad solo una tarde en la que estaba el ambiente muy a la contra por la corrida que habían mostrado en redes sociales. Toreé con Juli y Cayetano. Se generó una polémica que no estaba en nuestra mano, fue la tarde más rara que recuerdo en Madrid pero es una mera anécdota frente a dos décadas pisando esta plaza con sensaciones totalmente distintas.  

En un palmarés tan amplio ¿hay alguna tarde que sin estar recogida en su hoja de triunfos tiene un significado para usted?

Pienso en dos, una fue la de Alcurrucén de 2013 y la otra el toro ‘Portugués’ de Núñez del Cuvillo (mano a mano con Ureña en 2019). Son dos faenas que reflejan toda mi carrera, que resumen mi personalidad basada en el querer, la tenacidad, la fe, el no tirar nunca la toalla. Fueron tardes sin Puerta Grande, que fueron de menos a más pero que convencieron a todo el mundo. 

¿Ha sentido evolución en este tiempo?

Los toreros tenemos el hándicap de que a los pocos años de alternativa se considera que estamos ‘muy vistos’. Tenemos que rebuscarnos para no ofrecer siempre lo mismo pero sin salirnos de nuestro camino. No somos actores que podamos interpretar un papel cada vez distinto, no podemos cambiar de concepto de un día para otro. En esta etapa uno busca la expresión, el poso… Como me dice un amigo qué difícil es comer despacio cuando tienes hambre. La evolución sin dejar al lado la ambición, esa ha sido la meta de estos años. No apartarse de la intención de lo que quieres ser.  

Ha sabido adaptar la distancia a cada toro con auténtica maestría. 

Muchas veces se refiere a mi toreo por las cercanías, como si la base de lo que hago sea acortar las distancias. Lo importante de un torero es tener recursos para todos los toros. Por mi forma de interpretar el toreo que siento exijo mucho a los toros durante las faenas. Eso provoca que en el final de faena muchos toros no puedan seguir teniendo el mismo fuelle, el mismo recorrido. En Madrid he podido demostrar muchas tardes lo importante que son las distancias para mi toreo. El toro del Puerto en Otoño, ‘Pijotero’ de Fuente Ymbro y ‘Portugués’ de Cuvillo, entre otros. Madrid agradece esa distancia como en la época de César Rincón. Me considero un torero largo, de saber interpretar lo que necesita el toro para darle la larga, la media o la corta distancia. 

El verde ha sido un color talismán para usted. 

He sido muy clásico vistiendo: azules, granas y verdes. Puntualmente me he hecho otros, pero es verdad que soy muy de verde. De diferentes tonalidades, ya sea en oro o en azabache. 

Su faceta de ganadero le ha aportado como torero o más bien al revés.

Realmente habría que preguntarle a la ganadera, mi mujer, Verónica. Hay muchos matices que al ponerse delante uno los ve: miradas, reacciones... Tenemos pocas vacas de Domecq, reservado principalmente para mis entrenamientos. La ganadería que principalmente tenemos es de Murube, que es una ganadería muy definida en su camino ya desde hace años. 

Si hablamos de ganaderías tenemos que referirnos a Victoriano del Río con la que se ha encontrado en muchos momentos de su carrera. ¿Cómo la calificaría?

Excelente. Conserva el equilibrio del gusto del aficionado y del torero. Es un gran exponente de la transmisión, la bravura ligada a ese punto de clase, creo que es una ganadería con un tipo de toro grande y con volumen que vale para muchas plazas. El toro bonito a muchas ganaderías le embisten pero ya en esos volúmenes como el que lidia Victoriano en Madrid, Pamplona, Bilbao o Sevilla con esos números dice mucho de la ganadería. Es un hierro que pasa por torerista pero el bravo exige muchísimo. El toro bravo descubre muchas cosas cuando el torero no está acertado. Exige estar redondo. 

Miguel Ángel Perera es un ejemplo de rectitud en un camino repleto de obstáculos. 20 años en la cima del toreo, capaz de superar adversidades y novedades. Con el poder de su muleta es capaz de domeñar a los toros más exigentes. Torero querido y exigido en Madrid. La plaza que le lanzó, la plaza que le dio caché, la plaza que jamás ha dejado de creer en su marmórea rotundidad.